domingo, 6 de junio de 2010

Humildad y entrega

“… Concéntrate. Asegúrate de lo que sientes. Deja de estar viendo siempre una imagen de ti mismo. Cada vez que te sorprendas observándote, regresa a la sensación de tu cuerpo. No eres el personaje de una película. Si te escapas del organismo para hacerte observador, éste se convierte de inmediato en calabozo. ¡Vamos, avanza! ¡Hacia ti, más cerca, más aún! ¡Entra en tu carne y quédate ahí para que conozcas la humildad!, ¿comprendes?, hasta ahora has creído que ser humilde era disminuir tu valor, ocultarlo detrás de una máscara sumisa, sin darte cuenta de que has caminado por el mundo sin verlo directamente, distraído por lo que crees valer o no valer. Humildad, mi niño, es cesar de proteger tus creencias, de afirmar a cada momento tu existencia, de demostrarle a quien poco le importas que mereces estar vivo. Anda, suelta, no tienes nada que justificar. Entra en tu cuerpo, despójalo de finalidades, no lo invadas con tus dudas y defensas. Entrégate, que te coman los buitres, que las furias te arranquen los intestinos, que te pudras, que te conviertas en ceniza, suelta, cada uno de tus músculos es un cofre cerrado, ábrelos…”

Alejandro Jodorowsky (regalo de Meli)