sábado, 23 de agosto de 2008

Buscar, vivir, mirar, despedirse, girar...

Citas halladas: El cazador oculto de J. D. Salinger

“Esta caída que te anuncio es de un tipo muy especial, terrible. Es de aquellas en que al que cae no se le permite llegar nunca al fondo. Sigue cayendo y cayendo indefinidamente. Es la clase de caída que acecha a los hombres que en algún momento de su vida han buscado en su entorno algo que éste no podía proporcionarles, o al menos así lo creyeron ellos. En todo caso dejaron de buscar. De hecho, abandonaron la búsqueda antes de iniciarla siquiera”.

“_ Por raro que te parezca esto no lo ha escrito un poeta. Lo dijo un psicoanalista que se llamaba Wilhem Stekel (…) esto es lo que dijo: ‘Lo que distingue al hombre insensato del sensato es que el primero ansía morir orgullosamente por una causa, mientras que el segundo aspira a vivir humildemente por ella’”

“Todos los críos trataban de estirar los brazos para tocar la anilla dorada del premio y Phoebe también. Me dio miedo que se cayera del caballo, pero no dije nada. A los niños hay que tratarles así. Cuando se empeñan en hacer una cosa, es mejor dejarles. Si se caen que se caigan, pero no es bueno decirles nada”

“Si seguía clavado en el suelo, era por ver si me entraba una sensación de despedida. Lo que quiero decir es que me he ido de un montón de colegios y de sitios sin darme cuenta siquiera de que me marchaba. Y eso me revienta. No importa que la sensación sea triste o hasta desagradable, pero cuando me voy de un sitio me gusta darme cuenta de que me marcho. Si no luego da más pena todavía”

“De pronto empezó a llover a cántaros. Un diluvio, se lo juro. Todos los padres y madres se refugiaron bajo el alero del tiovivo para no calarse hasta los huesos, pero yo aún me quedé sentado en el banco un buen rato. Me empapé bien, sobe todo el cuello y los pantalones. En cierto modo la gorra de caza me protegía bastante, pero aún así me mojé. No me importó. De pronto me sentía feliz viendo a Phoebe girar y girar. Si quieren que les diga la verdad, me sentí tan contento que estuve a punto de gritar. No sé por qué. Sólo porque estaba tan guapa con su abrigo azul dando vueltas y vueltas sin parar. ¡Cuánto me habría gustado que la hubieran visto así!”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Arzu
doy pasos y me tropiezo por el peso mismo del desconcierto.
bato a duelo al sueño por no dormirme entre las mociones y los repudios. Empecé a hacer con arcilla un monumento a la paciencia.
hoy mientras caminaba pensé, y creo que ya se cuál es la pregunta que nos condena a la incertidumbre y al sufrimiento. y esa misma pregunta, no es solo de ferviente deseo o anhelo sino de carácter epistemológico: ¿Qué es el amor?

acepto respuestas!